En el sector abaniquero se dice, popularmente, que el abanico es tan antiguo como el calor mismo. Y no cabe duda de que es así. Aunque hoy lo veamos como un accesorio elegante o un simple aliado contra el calor, el abanico tiene una historia sorprendentemente antigua y rica.
De acuerdo con el Museo del Abanico, ubicado en Londres (Reino Unido), ya se usaban hace más de 3.000 años en el Antiguo Egipto, no solo para refrescar a los altos funcionarios de las cortes, sino como símbolos de poder y lujo. Basta con mirar el famoso abanico Dorado de Tutankamón, cubierto de pan de oro y decorado con escenas de caza. Por supuesto, el accesorio era más una declaración de estatus que una herramienta práctica.

También se habla de que en la Antigua Grecia también existieron. Aunque no se han conservado abanicos reales, muchas cerámicas y figuras muestran a mujeres con abanicos rígidos decorados con plumas. Eran tan parte del estilo como el atuendo que llevaban.
El Museo del Abanico también asegura que en el Lejano Oriente, los abanicos aparecen en pinturas desde al menos el siglo VIII, lo que demuestra que su uso se extendió por culturas muy distintas, siempre combinando funcionalidad con elegancia.
¿Cómo llegó el abanico a Europa, en especial a España? Se dice que entraron al antiguo continente a través del comercio venenciano con Oriente y también por rutas comerciales portuguesas, en el siglo XVI. De hecho, se ha constatado que los portugueses tuvieron un papel protagónico en la introducción del abanico plegable, especialmente, en España, donde de inmediato llamó la atención de la realeza.
El abanico tardó hasta el siglo XVIII para popularizarse en toda la península, en gran medida, con la fundación de la Real Fábrica de Abanicos en Valencia, una fábrica que funcionó durante 20 años y que le dio origen a la industria abaniquera de la provincia, que hasta hoy sigue vigente y más sólida que nunca. Lo sabemos porque los abanicos ràfega provienen de esa historia y de las y los antecesores de nuestros artesanos y artesanas.
Ya para el siglo XIX, casi todas las mujeres de España lo portaban con frecuencia. Luego el abanico artesanal empezó a fabricarse en diferentes dimensiones y de ahí el nacimiento, por ejemplo, del abanico de pericón (de grandes dimensiones), muy utilizado en las artes, sobre todo en la danza y el teatro. De ahí su relación con el flamenco.
Este blog, evidentemente, se salta enormes momentos de la historia y detalles fascinantes, que os invitamos a consultar en diferentes libros y documentación online. Pero esa es nuestra manera de expresarles que la próxima vez que usen un abanico, recuerden que están sosteniendo siglos de historia entre las manos.
Así que ya lo sabes: un abanico no es solo un objeto bonito o un capricho de verano. Es historia, arte y oficio hecho a mano.
Cuando elijas uno, no solo pienses en su color o diseño: piensa en las manos que lo han creado, en la tradición que representa y en los siglos de cultura que lo respaldan.
Porque apoyar el abanico artesanal español es también preservar una parte valiosa de nuestra identidad. Y en cada ràfega que te refresca, viaja también un legado que no debe perderse.
Gracias por formar parte de esta historia.